UNA DOLOROSA REALIDAD

El abuso sexual a niños, niñas y adolescentes es un problema social que conlleva efectos devastadores en la vida de los que lo sufren y tiene consecuencias en su vida, en su entorno y en todos los con- textos en los que las víctimas se desarrollan. Además, ocurre en un momento en el que el menor está en desarrollo y no tiene aún las capacidades necesarias para entender lo que está pasando, mucho más cuando estos abusos se cometen amparándose en una relación donde el poder lo tiene el adulto.

Los distintos estudios llevados a cabo arrojan datos similares: entre un 10 y un 20% de la población en España ha sufrido algún tipo de abusos sexuales durante su infancia; generalmente estos abusos los han sufrido antes de cumplir los 13 años. Estos datos provienen del Consejo de Europa, a partir de estadísticas difundidas por UNICEF, la Organización Internacional del Trabajo y la Organización Mundial de la Salud. Aunque los estudios no son frecuentes, se puede constatar que los abusos sexuales «son un fenómeno más abundante de lo que normalmente aparece reflejado en las estadísticas elaboradas a partir de hechos conocidos».

A pesar de que son muchas las víctimas, el desconocimiento que hay sobre esta realidad, y cómo circulan mitos y estereotipos muestran la necesidad de abordar la cuestión de manera holística y desde una perspectiva educativa.

Mitos

Realidades

* Esta breve descripción se ha realizado a partir de estudios y estadísticas de organismos especializados con el Consejo de Europa y los estudios de la ONG Savethechildren. La tabla de Mitos y realidades proviene de la página web de RTVE.

Un acercamiento a esta dolorosa realidad permite tomar conciencia de que se hace necesaria una mejor comunicación que rompa el círculo de silencio que rodea a esta forma de violencia contra los menores. Hay que sacar a la luz a los abusadores y dar a conocer entre los menores qué prácticas no son admisibles y qué cauces tienen para denunciar posibles abusos.

En los últimos años se está dando respuesta a esta realidad en el ámbito jurídico, penal y legal. Así, la Unión Europea ha adoptado una legislación encaminada a combatir las infracciones sexuales contra menores. En el conocido como Convenido de Lanzarote, firmado en 2007, el Consejo de Europa y estados firmantes ratificaron un acuerdo para criminalizar la actividad sexual con menores, sin importar el contexto en el cual ocurre; además establece la criminalización de la prostitución y pornografía infantil. Esta legislación recoge aspectos como la sanción, la prevención y la ayuda a las víctimas.

En España, todos los grupos del Congreso han solicitado al Gobierno que elabore una ley contra la violencia infantil2.

Sin embargo, en el ámbito educativo y de prevención consideramos que son necesarias iniciativas más visibles y decididas. En la actualidad, se están proponiendo programas específicos como la Guía de buenas prácticas para la Prevención y Protección del abuso y la explotación sexual infantil llevada a cabo por el grupo de trabajo del Observatorio de la Infancia, pero son precisos recursos prácticos en tres ámbitos prioritarios: escuela, familia y para los propios menores que pueden ser víctimas de esta forma de abuso.

Los programas de prevención han demostrado sus beneficios. Los menores que participan en actividades de prevención disponen de un mayor conocimiento sobre qué es el abuso y qué estrategias poner en marcha para evitarlo, además de que, en un caso de abuso, lo han comunicado antes. En países donde tienen extendidos programas de prevención del abuso sexual a través de la formación de menores, se ha demostrado que las probabilidades de sufrir abusos llegan a reducirse hasta la mitad. Los estudios muestran que los seis años es una edad apropiada para comenzar a abordar la cuestión adaptando el tratamiento a la edad de los destinatarios.

La educación preventiva tiene un efecto acumulativo. Por otro lado, también es importante dar herramientas de prevención a padres, madres y educadores que permitan hacer a los menores menos vulnerables.